Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

19 ene 2017

NOSTALGIA

Si uno pudiera alargar el brazo y rescatar del pasado algunos momentos,
traerlos al instante presente, y abrazarlos con la fuerza de los años.
Si uno pudiera cerrar los ojos y pasear de la mano del silencio,
por esas ciudades que ya paseamos...
Contemplar, de nuevo, aquellos atardeceres únicos, sobre distintos ríos y mares…
Si uno pudiera recuperar sonrisas de buenos amigos
que ya se fueron o se perdieron en absurdas incomprensiones
que no llegaron a ser resueltas…
Entendiendo ahora, mejor que entonces,
que en gran parte, de todo lo sucedido, somos nosotros los responsables,
y disfrutando mucho más de esa amistad que nos brindaron…
Sería una preciosa oportunidad para volver a apreciarlos
y ver cómo el tiempo se disuelve en el tiempo.
Y que los resentimientos sólo son cenizas del fuego del olvido,
que ya no queman el alma.
Si uno pudiera revivir bajo un mismo cielo azul, amores pasados y eternos,
y a plena luz del día contar juntos las estrellas…
sin sospechar siquiera que un día ya no estarán con nosotros.
O volver a oler a ese bebé al que llamamos hijo,
y llenó nuestra mirada, como nuestra vida, plena de sentimiento,
con su maravillosa sonrisa y ese aroma a pureza…
Pero lo más hermoso de la vida es que lo que dejamos atrás,
sólo queda grabado en nuestro corazón,
ni siquiera la memoria lo podrá retener para siempre.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Dulce Pontes y Ennio Morricone-Cinema Paradiso

2 comentarios:

  1. Si pudiéramos, lo rebobinaríamos y lo proyectaríamos porque son nuestros recuerdos, pero con la mirada siempre al frente.

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    1. Recordarlos con cariño es la forma más aséptica de volver a vivirlos.
      La mirada y el caminar, al frente.

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