Nos distanciamos.
Nos distanciamos.
Nos
dis
tan
cia
mos.
Pero el corazón, impertinente,
manda
con sus severos latidos.
Y el aire canta,
insistente,
esa dulce canción,
obedeciendo
a un sentimiento,
quizá
compartido.
Y…
¡tachán!
Todo se resolvió felizmente
con un poema incongruente
e inesperado.
Como éste.
O eso deseo.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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