Se llevó la claridad
de sus pétalos
en diversos versos.
Para construir
un poema
lunático
con aroma de flor.
No supe jugar sin su luz.
Ni conjugar sus verbos a latidos.
Pedí al cielo que pariera
una nueva.
Y accedió.
Veintiocho días después…
nació.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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