Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

24 mar 2017

HAY DÍAS

Hay días en los que creces mil años.
En que la claridad se adueña de tu mente
porque el corazón manda.
Y la serenidad te lleva en brazos
hacia delante.
Días que son regalos
llenos de oportunidades
para hacer las cosas de una manera diferente.
Días llenos de magia,
en los que no pasa “lo de siempre”.
Días que te dan la posibilidad de rectificación,
de curar heridas propias y ajenas.
Que te proporcionan una perspectiva distinta al día anterior,
tan amplia de lo que fue y será,
que puedes ver tanto el pasado como el futuro,
porque el ego no extiende su habitual
cortina de humo. 
Días de introspección y revisión.
En que reconoces errores
y tienes la autodeterminación y humildad necesarias
para enmendarlos.
Que te sientes como un recipiente de paz
y sin una pizca de resentimiento.
Días de una fascinante lucidez,
de empatía, de generosidad.
Son esos días en que, verdaderamente,
los has comenzado despierto.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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