Que no sabemos ninguna herida el uno del otro.
Hemos dejado que naveguen demasiadas vidas entre los dos.
Ahora es difícil remar contra corriente.
Hace un universo que no coincidimos en el mismo planeta.
Ese maravilloso fluir constante del río de tu alegría.
Esos amaneceres multicolores que me ofrecías,
con tus ojos adornados de presente.
Me siento huérfana de luceros y lunas llenas.
De serenas estrellas, de melancolías, de tormentas…
Tanto me ofrecías sin pedírtelo, tanto nos ofrecimos,
que aquella existencia, entera, enteros nos absorbimos.
Hace un infinito que no nos encontramos.
La dulce presencia suave de nuestros alientos, nos lo impide.
Tal vez era más sencillo
ser pequeñas nubes blancas de dicha, en el cielo
y flotar, inocentemente, como querubines.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado. |
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