Lo curioso es que llegada la Navidad, de aquél año que acababa, se dio cuenta de que tal vez su carácter dejaba mucho que desear, porque asustaba y espantaba a los demás. “¿Y si me propongo para el nuevo año, ser más tolerante y sobre todo contar hasta diez, e incluso hasta cien -que además sé- antes de hablar o de actuar?”
Y lo consiguió, ¡vaya si lo consiguió! Porque no se sentía bien consigo misma dando rienda suelta a ese mal carácter. De hecho, ésta era la causa más que el efecto… pero eso aún no lo había descubierto.
Eso sí, tuvo que hacer un sobreesfuerzo y ejercitar a pulso la voluntad. Pero todos, o casi todos, nos fijamos metas personales a principios de año. Algunas no son fáciles pero en muchas ocasiones logramos los objetivos.
Actualmente a Remigia la llaman por su nombre, cosa que le gusta. Y ya va teniendo algún que otro amigo. Como yo, por ejemplo.
Final feliz para comenzar el año. Estoy generosa. J
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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