Aurelia era una campesina sencilla, vidente por el día, tenía telepatía y encima sabía bailar La Yenka, "izquierda-izquierda, derecha-derecha, adelante-atrás, un-dos-tres".
Su fama llegó hasta tal punto y seguido que en cada lugar, de cada provincia, de cada comunidad autónoma española, hablaban de la telépata y hasta los oídos de la prensa. Todos querían sondearla, para ver si podían averiguar qué tenía en la cabeza, un tal Puigdemont, a través de ella.
Periodistas de todo el país acudieron a su pequeño pueblo a preguntarle sobre qué pensaba este señor. Supuso que por los acontecimientos actuales, ya que no le habían hecho semejante pregunta nunca antes. Y la buena mujer ni sabía de su existencia, las cosas como son.
-Miren, que no puedo darles una respuesta concreta, no insistan persiguiéndome a todas partes con la alcachofa dichosa. Y perdonen que sea tan poca correcta. Me he criado sola. Soy huérfana de madre.
-Pero díganos, por favor, ¿qué pensamiento le llega a su sesera de este hombre con presunción de inocencia? ¿Conoce cuáles son sus intenciones?
-¡Que les digo que no lo sé! Porque escucho un redoble de tambores cada vez que me intento comunicar con él. Tendrán que esperar a que se pronuncie. Y discúlpenme pero tengo un campo entero que atender y unos clientes que esperan.
-¿Quiere decir que detecta alguna interferencia, tal vez?
-Llámelo como quiera. Pero a veces el cosmos tiene estas ocurrencias. Te interpone un velo de vibración, así como un Telón de acero, y una no capta bien las ondas sonoras de la mente ajena y menos las de los políticos contemporáneos que me hacen un lío las ideas con tanto pensamiento en vano. Otra cosa sería si me preguntaran por Napoleón o Abraham Lincoln. Con ellos sí podría decirles algo pero vamos… en este caso, más callada que un cactus.
-Lástima, después de haber acudido hasta aquí con esa premura que lo hemos hecho…
-Otra vez será, estoy segura. Esto no son matemáticas, señores. Alguna vez da error mi don. Pero me sirve para saber cuando me van a cobrar de más en el súper. ¿Y qué quieren que les diga? Para mí eso es más útil.
-Bueno, por lo menos, antes de irnos, báilenos un poquito La Yenka.
-Ah, eso sí puedo.
Ángeles Córdoba Tordesillas
Aurelia, fotografiada por la prensa, ya harta de la persecución a la que está siendo sometida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario