Le he dicho: “Hija, que no soy La dama de las camelias. Si quieres te canto Alfonsina y el mar, a ver si te vas. Ya que poemas nuevos no tengo, por si los viniste a buscar, o no te los quiero dar; que todo es posible”. Y se la he cantado.
De momento, no sé si habrá sido por haber desafinado entre lo ordinario y lo extraordinario, ha frenado en seco y se ha ido haciendo giros a la derecha o, lo que es lo mismo, piruetas.
¡Alergias a mí!... que les cambio rápidamente las letras de lugar y las convierto en alegrías. Y la tilde se la regalo. ¡Total, por una tilde no vamos a discutir!
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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