Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

5 abr 2017

MUCHOS AÑOS DESPUÉS

Dos arrieros se encontraron en el camino.
Uno le dijo al otro:

-¿Recuerdas, compañero, que te advertí que nos volveríamos a ver más adelante?
-Lo recuerdo. Y, precisamente, apareces como caído del cielo, pues me vendría genial que me hicieras un favorcito. Tal vez en estos momentos podamos solventar aquello que entre ambos quedó pendiente. Ya que antes no tuvimos tiempo o yo no tuve ganas y se hizo tarde para arreglar lo nuestro. Porque claro, andaba ocupado en otros menesteres y, aunque fueran de poca importancia, no podía entretenerme en conversar contigo amigablemente, aún sabiendo que con ello daría paz a tu espíritu.
-Podría ser, podría ser. Pero si antes era tarde, ahora… imagínate.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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