Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

7 dic 2017

UN POCO DE ROMANTICISMO

Un poco de romanticismo
no hace daño a nadie.
Y luego sigamos cada uno
a lo nuestro.
¿Porque de qué sirve
un beso,
una mariposa en el estómago
o una flor regalada?
De nada.
Volvamos a lo práctico.
Que el sentimiento no lo es.
Que ese “te adoro, vida mía”,
que deseas escuchar,
de los labios de "alguien",
alguna vez,
no es más que el estribillo
de una canción
pasada de moda ya.
¿Quién podría creerse
que otro se muere
por tenerte junto a él?
¿Que eres su luna, su sol
o su noche de amor?
Dejémonos
arrastrar por la rutina
fiable e inequívoca.
Ella sí que sabe llevarnos de la mano. .
Y que los sueños sigan vagando
como fantasmas eternos,
alrededor de nosotros,
y a su libre albedrío...

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Adoro-Armando Manzanero

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