Su padre le había dicho que jamás se rindiera. Y él, que había nacido prácticamente rendido, se hizo un experto en tirar la toalla.
Hasta tal punto que fue conocido en los seis continentes del mundo. ¿O eran siete? No sé, ya me lío. Yo solo conozco uno.
En breve, tiene un centenar de eventos por toda Latinoamérica, con aplausos incluidos, para demostrar su habilidad única lanzando ese trapo de franela o de felpa- según presupuesto- lo más lejos posible.
Ha llegado a superar, en prueba de toalla seca, los diez kilómetros lineales. Nuevo récord mundial establecido.
Su padre se sentiría orgulloso de él, si se hubiera quedado con ellos, a verlo crecer. Pero se marchó con una mujer como esas que aparecen en los cómics y los abandonó a su buena suerte.
Opino que, indudablemente, se sentiría satisfecho de la cobardía de su hijo, aunque seguramente no tanto como de la suya.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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