Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

24 feb 2017

NO EXISTE EL SEXO DÉBIL

No es real, esa necesidad.
Nosotras somos solas.
Somos fuertes.
Somos nuestras.
Somos mujeres de este siglo.
A veces estamos, a veces no.
No esperamos eternamente.
Ni somos las que siempre empujamos
o se dejan empujar.
No nos engañamos pensando que nos necesitan.
No necesitamos ser necesitadas.
Ya no jugamos a ser heroínas que rescatan.
No precisamos ser la media naranja de alguien
para sentirnos completas.
Nuestra satisfacción es plena.
Logramos nuestra propia independencia.
Conquistamos la paz interior.
Obtenemos nuestro lugar al nacer, por derecho.
No debemos pagar nada por ello.
Ganamos al mundo y al tiempo.
Ya no nos llevan. Vamos.
Ya no lloramos desconsoladas.
No suplicamos, no nos arrastramos.
No accedemos, abnegadas, a cualquier petición
y a cualquier precio.
No nos humillamos.
Tenemos nuestros deseos, nuestros anhelos,
más allá de las limitaciones que nos marcan.
Transgredimos, evolucionamos, innovamos.
Dejamos el pasado extinto.
Somos compañeras, amigas, amantes.
No sirvientas, esclavas ni rivales.
No corremos detrás de ellos
adonde quiera que vayan, seducidas, abducidas,
enloquecidas de amor,
arrebatadas por una pasión desenfrenada
que nuble nuestro razón.
No, no somos su sombra.
Simplemente caminamos a su lado.

¡NO MÁS VIOLENCIA DE GÉNERO!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


2 comentarios:

  1. Haber si es verdad, hermana.Un abrazo

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    1. Antes de ser hijas, hermanas, esposas, madres... somos mujeres. Y antes de ser mujeres, somos seres humanos.
      Principalmente nuestra vida es una oportunidad para descubrirlo.
      El respeto y el cariño que uno se debe a sí mismo, hace que cambiemos, en muchas ocasiones y circunstancias, el rumbo de nuestro destino, tomando decisiones que no son fáciles pero son necesarias para poder sobrevivir.
      Un abrazo fuerte, Celia.

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