Nosotras somos solas.
Somos fuertes.
Somos nuestras.
Somos mujeres de este siglo.
A veces estamos, a veces no.
No esperamos eternamente.
Ni somos las que siempre empujamos
o se dejan empujar.
No nos engañamos pensando que nos necesitan.
No necesitamos ser necesitadas.
Ya no jugamos a ser heroínas que rescatan.
No precisamos ser la media naranja de alguien
para sentirnos completas.
Nuestra satisfacción es plena.
Logramos nuestra propia independencia.
Conquistamos la paz interior.
Obtenemos nuestro lugar al nacer, por derecho.
No debemos pagar nada por ello.
Ganamos al mundo y al tiempo.
Ya no nos llevan. Vamos.
Ya no lloramos desconsoladas.
No suplicamos, no nos arrastramos.
No accedemos, abnegadas, a cualquier petición
y a cualquier precio.
No nos humillamos.
Tenemos nuestros deseos, nuestros anhelos,
más allá de las limitaciones que nos marcan.
Transgredimos, evolucionamos, innovamos.
Dejamos el pasado extinto.
Somos compañeras, amigas, amantes.
No sirvientas, esclavas ni rivales.
No corremos detrás de ellos
adonde quiera que vayan, seducidas, abducidas,
enloquecidas de amor,
arrebatadas por una pasión desenfrenada
que nuble nuestro razón.
No, no somos su sombra.
Simplemente caminamos a su lado.
¡NO MÁS VIOLENCIA DE GÉNERO!
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Haber si es verdad, hermana.Un abrazo
ResponderEliminarAntes de ser hijas, hermanas, esposas, madres... somos mujeres. Y antes de ser mujeres, somos seres humanos.
EliminarPrincipalmente nuestra vida es una oportunidad para descubrirlo.
El respeto y el cariño que uno se debe a sí mismo, hace que cambiemos, en muchas ocasiones y circunstancias, el rumbo de nuestro destino, tomando decisiones que no son fáciles pero son necesarias para poder sobrevivir.
Un abrazo fuerte, Celia.