Sólo recordaba un orifico de salida y se llamaba soledad.
Podría contar mil parábolas, metáforas o sinonimias, y no se aproximarían ni a la esquina de la mentira ni a la sombra de la verdad.
Todo lo que vivió con él… Y sin embargo, nada consta en el libro de la vida. El tiempo se lo llevó lejos o quizá fue el presente. Ni un golpe en la espinilla duele más que un suspiro.
Había otra voz femenina y otros rincones donde maullar. De ronroneo en ronroneo… fueron pasando los años, en fila india.
Suena el móvil y deja todo como está, por correr a atender la llamada. Su casa no es urgencias ni su corazón los primeros auxilios… ni los últimos. Pero él sabe bien a quién lanzar un SOS, cada vez que en medio del océano del mundo se ahoga, sin ella.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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