Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

26 feb 2017

SI LA FELICIDAD SE PUDIERA PLEGAR Y TRANSPORTAR A TODAS PARTES…

No podía negar que le daba un vuelco el corazón cada vez que alguien pronunciaba su nombre.
Sólo recordaba un orifico de salida y se llamaba soledad.
Podría contar mil parábolas, metáforas o sinonimias, y no se aproximarían ni a la esquina de la mentira ni a la sombra de la verdad.
Todo lo que vivió con él… Y sin embargo, nada consta en el libro de la vida. El tiempo se lo llevó lejos o quizá fue el presente. Ni un golpe en la espinilla duele más que un suspiro.
Había otra voz femenina y otros rincones donde maullar. De ronroneo en ronroneo… fueron pasando los años, en fila india.
Suena el móvil y deja todo como está, por correr a atender la llamada. Su casa no es urgencias ni su corazón los primeros auxilios… ni los últimos. Pero él sabe bien a quién lanzar un SOS, cada vez que en medio del océano del mundo se ahoga, sin ella.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Madonna-Verás

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