con mi sentir en demasía.
Ahora no sé dónde llorar este amor,
a medio camino,
entre la edad de piedra y el siglo mil.
Mosaico de rápido movimiento.
No te veo, no te veo...
En el fondo de la pared,
de ese muro que has levantado,
o en la pared del fondo... No te veo.
Ya no percibo tu bondad, borrosa está su figura.
Ya no te siento latir, ni te siento...
Kilómetros de distancia de tu corazón al mío.
Difícil de percibir, familiares y cálidas formas.
Tendría que terminar así.
Los adioses son para los civilizados
y nosotros no lo somos.
Al menos yo te he querido
de una manera primitiva,
casi animal.
Sigo sin poder verte...
Apenas distingo tu caminar
del paso del tiempo.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Es un bellísimo poema de amor y despedida.
ResponderEliminarRomántico, digamos...
EliminarGracias, Manolo. Me alegra que te lo parezca.
Bom poema!
ResponderEliminarObrigada, Eduardo.
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