digo... una cabra loca,
desnudándose y enredándose.
Acaricias, bien lo sabes,
su figura vertida
sobre tus pensamientos.
Alma mía, te dice, en voz queda,
me necesitas y te necesito
pero cuántos prejuicios tenemos…
Con flores en la cintura
y un soneto de remiendo,
en el vestido recortado,
por las modas de adentro…
la cabra tira al monte,
de donde vino.
“No soy tu castigo divino,
soy la sombra de un deseo
y me paseo cada noche, sin permiso,
por tus sueños…
Dime de una vez que me amas.
Déjate de tantos "te quiero".
Llámame y pídeme que me quede.
No sé de qué tienes miedo…”
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Fotografía de un salto de cabra montesa. ¡Ole mi niña... qué estilo! (A braza) |
Cuantos prejuicios nos acechan, cuantos nos nublan la mente, remueven nuestra conciencia. La cabra tira al monte, menos cuando tiene sed, y entonces, se queda remoloneando en el río, buscando buena hierba.
ResponderEliminarY otras salta, cual cabra loca y hechicera y llega hasta esta nube, se coloca las gafitas y a leer los comentarios se ha dicho.
EliminarGracias por el tuyo, Manolo.