Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

14 jul 2015

PLUTÓN, CORRE QUE TE PILLO

ÉL, EN PRIMERA PERSONA, A PESAR DE QUE SEA TERCERA- Hola, me llaman Plutón, porque soy como un planeta enano, o el mismo que viste y calza, del sistema solar situado a continuación de la órbita de Neptuno. Debido a que tal vez estemos en la cresta de esta ola de calor malévolo o malvado puedo contar esta historia con final feliz porque terminará, para goce y disfrute del que la lea y de la humanidad entera. Bien, ¿por dónde iba? No quisiera perderme; después nadie será capaz de encontrarme, debido a mi tamaño y a otras quimeras veraniegas en el hemisferio norte. Puedes considerar esto una presentación sencilla, sin ninguna pretensión de nada.

YO, CANTURREANDO, PARA VOSOTROS- Plutoncito, anda feliz pisando el suelo de mi casa y descalzo, tralarí, tralará. Busca pareja de repuesto porque la que tenía se le olvidó en otro planeta, no tan pequeño, y cualquiera va ahora y la localiza.

ÉL- Cuando vuelva por allí, no le diré que esta boca, plutoniana, es mía, y todos contentos. En estos días estivales me gustaría probar suerte con un trabajo como maquinista de tren vacacional. Me emocionan mirar las vías… parece que van a toda prisa y ni se mueven ni trapasan. Y luego si me queda algo de tiempito terrestre por doquier, podemos echar una partida al billar francés que tengo un ojo matemático para estos deportes de mesa puesta, con bolas, y puede que toque alguna.

YO, OTRA VEZ- Vale, en cuanto me seque el pelo, que ya me he duchado tres veces en lo que va de día, por estos calores apretados al cuerpo como una segunda piel, nos liamos a palos con esas bolas que tú dices, a lo francés, en pleno Madrid de los años 15, con el dos mil por delante. Por si viajas a la velocidad de la luz y te vas más rápido de lo que has venido, eso sí -visto y no visto- te voy a dar un recuerdo, antes de que se me olvide. Toma, para ti, para siempre.

ÉL- ¿Qué es esto… por el amor hermoso?

YO, COMO PLANETA TIERRA- Pues una hucha de los chinos, para que ahorres todos los plutoneuros que puedas conseguir, y regreses para el verano que viene que tendré una casa mucho más grande y con patio soleado. Y te traes a esa novia que no es portuguesa sino plutonesa,… si todavía la quieres como se merece si se lo mereciera.

ÉL EUFÓRICO- Olé, esta española con qué gracia y arte recluta inmigrantes extraplanetarios. Soy prudente y bien educado, pero acepto la invitación de una extraña encantado (pero nunca de caramelos, eso nunca) e intentaré tener ahorrado lo suficiente para el transporte colectivo. Gracias por esa deferencia, mayúscula, tan amigable o amistosa de osa amorosa.

YO, SIN ABUELA- De nada. Soy como soy... no puedo remediarlo ni quiero. Es que leí El Principito, siendo aún más minúscula que tú, y me afectó a la concordancia intergaláctica. Con los años lo fui superando pero se me quedó ese querer invitar a todo zorro, flor, o planeta viviente, por pequeñito que fuera y darle cuartelillo sin pedirle nada a cambio. Porque, claro, hay que comprender que lo esencial es invisible a los ojos y como veo poco… ¿Plutoncito, dónde te has metido?

ÉL, PARTIÉNDOSE DE RISA ESPACIAL- Estoy aquí, justo detrás de la hucha.

YO, ALGO ATURDIDA- Pues eso decía… que si fueras como Júpiter no podría alojarte por mucho Principito que hubiera leído, porque no cabrías de ninguna manera, pero como eres diminuto y el sistema solar me cae bien, y sobre la cabeza cuando estoy de pie, pues para adentro.

ÉL, AGRADECIDO UN MONTÓN Y TRES CUARTOS- Muchas gracias, no esperaba menos de ti, y eso que venía preparado para buscar hotel en el centro. Me has ahorrado la molestia y el aparcamiento. ¿Puedo llamarte plutonamiga?

CONTINUARÁ………….en el próximo verano, si vuelve acompañado y si no… "ya veremos", dicen mis ojos… ilusos ellos.

Ángel C. T. ©2015

Documento gráfico, testimonio del amistoso diálogo entre Plutón y la Tierra, para la posteridad.  

2 comentarios:

  1. A mi como que me gusta más este Plutón al que tu haces protagonista de esta pequeña historia, que el Plutón mar de hielo que nos vende la NASA.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Puede ser que éste sea algo más divertido... mira qué ganas tiene de jugar al billar, por ejemplo. Gracias por esa preferencia tuya que le da distinción a este Plutón de andar por casa, Manolo.

      Eliminar