Disparada, con balas de fogueo, por la mañana.
Voy de fechoría en fechoría,
ya he hecho dos en lo que va de día.
Y no me remuerde la conciencia.
Que no, que no me remuerde.
Brisa dominical anterior a ola de calor presencial
y me pilla sin abanico ni aire acondicionado
en pleno desastre.
Agua a borbotones y para adentro,
sin respirar.
Sofoco va y sofoco viene,
como el Pepito por la casa de su santa madre.
Un gazpacho armaré en el silencio de mi cocina.
Será sucedáneo de un gazpacho verdadero.
No incluirá ni pepino, ni tomate.
Remolacha y pare usted de contar.
Pudiese ser que una flor naciera en verano
a pesar del color del calor,
en medio de la mesa del comedor,
para alegrarme la tarde entera.
O como alucinación pasajera
por las altas temperaturas,
instaladas ya en mi azotea loca.
Con permiso de las hormigas y las moscas,
voy a comer algo
no me llega la sangre al cerebro.
Ángel C. T. ©
Cómo me ha gustado, que manera de sacarle partido al propio calor que nos agobia; ese gazpachito especial, tan fresco, tan nutritivo, aunque no le pongas algunos ingredientes. Original tu poema.
ResponderEliminarMedio poema, medio relato, medio gazpacho... a saber.
EliminarGracias por tu original comentario y fresco, amigo.