Tendrá que pasar el tiempo para saberlo.
Él la observa, con miradas de despecho y esparce, por el aire de la habitación, estúpidos consejos de salmos. Por la ventana, ella mientras, mira el futuro inmediato… sabe que no será con él. Aparta la cabeza para ocultar algunas lágrimas. Nadie dice adiós y sin embargo, esta vez… puede ser para siempre.
Tantas veces en la vida, dejamos que decida el orgullo, el temor o el vacío. Aferrándonos a algún sueño venidero, que no sabemos si será ese “gran sueño”. Y todos los años vividos se quedan vagando en el recuerdo o para siempre dormidos. ¿Y qué sucederá si luego viene el arrepentimiento?
Hace falta una vida entera para saberlo…
Sentada aparece ella. Él de pie con su maleta. Las manos tiemblan. Silencio antes del silencio… y después de tantos gritos. Ni un pequeño beso, ni siquiera en la cara. Frialdad y desconcierto. "¿Qué pasará ahora? -Ambos piensan-".
-Cariño…
-¿Qué has dicho?
-Nada. Aquí dejo la llave, sobre la mesa de la entrada… de la salida…
-Por favor cierra la puerta, cuando te vayas.
Hará falta una vida entera para saberlo…
¿CONTINUARÁ?… (Solamente si ambos lo desean)
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Acuarela pintada con estas gafitas que Dios me ha dado. |
Hace falta una vida entera para saberlo...ya lo creo. Un saludito de cariño te dejo, aquí, en este cajón.
ResponderEliminarGracias, Inmaculada. Lo recojo de este cajón amistoso y te envío otro, afectuoso pero nunca como despedida.
EliminarEl problema, si es que existe, es que no creo que pueda continuar. Hay infinitas despedidas y pocos reencuentros, salvo aquellas que no vienen dadas más que por la necesidad de la marcha, no porque se deseen. Besos, me ha encantado como siempre.
ResponderEliminarSí, puede ser que ya no haya problema en absoluto. Solamente que las rupturas nunca son fáciles, excepto cuando uno comprende en profundidad que, realmente, algo ya ha dejado de ser presente, -es decir, un regalo-y ha comenzado a ser pasado. Gracias, Manolo, por comentar.
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