Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

8 jul 2015

SIN DESPEDIDA

Las despedidas llevan prendidas olor a cenizas, en sus entrañas. Y se llevan tardes enteras en dulce compañía con algún que otro desacuerdo o un millar de ellos. Y esas costumbres compartidas, tan arraigadas… que se terminan. ¿Les dejará el alma desolada?

Tendrá que pasar el tiempo para saberlo.

Él la observa, con miradas de despecho y esparce, por el aire de la habitación, estúpidos consejos de salmos. Por la ventana, ella mientras, mira el futuro inmediato… sabe que no será con él. Aparta la cabeza para ocultar algunas lágrimas. Nadie dice adiós y sin embargo, esta vez… puede ser  para siempre.

Tantas veces en la vida, dejamos que decida el orgullo, el temor o el vacío. Aferrándonos a algún sueño venidero, que no sabemos si será ese “gran sueño”. Y todos los años vividos se quedan vagando en el  recuerdo o para siempre dormidos. ¿Y qué sucederá si luego viene el arrepentimiento?

Hace falta una vida entera para saberlo…

Sentada aparece ella. Él de pie con su maleta. Las manos tiemblan. Silencio antes del silencio… y después de tantos gritos.  Ni un pequeño beso, ni siquiera en la cara. Frialdad y desconcierto. "¿Qué pasará ahora? -Ambos piensan-".

-Cariño…
-¿Qué has dicho?
-Nada. Aquí dejo la llave, sobre la mesa de la entrada… de la salida…
-Por favor cierra la puerta, cuando te vayas.

Hará falta una vida entera para saberlo…

                                      ¿CONTINUARÁ?… (Solamente si ambos lo desean)

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

Acuarela pintada con estas gafitas que Dios me ha dado.

4 comentarios:

  1. Hace falta una vida entera para saberlo...ya lo creo. Un saludito de cariño te dejo, aquí, en este cajón.

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    1. Gracias, Inmaculada. Lo recojo de este cajón amistoso y te envío otro, afectuoso pero nunca como despedida.

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  2. El problema, si es que existe, es que no creo que pueda continuar. Hay infinitas despedidas y pocos reencuentros, salvo aquellas que no vienen dadas más que por la necesidad de la marcha, no porque se deseen. Besos, me ha encantado como siempre.

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    1. Sí, puede ser que ya no haya problema en absoluto. Solamente que las rupturas nunca son fáciles, excepto cuando uno comprende en profundidad que, realmente, algo ya ha dejado de ser presente, -es decir, un regalo-y ha comenzado a ser pasado. Gracias, Manolo, por comentar.

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