Érase una vez, y dos y tres, una migraña de tipo insoportable, clase A, de las caprichosas, de las que se creen mejores que las demás. Una de esas que te mira por encima del hombro porque se suben más que cualquier bebida alcohólica.
-¿Ya estás por aquí tú otra vez, desde bien tempranito con aires epistolares, dando la tabarra bien dada?… ¿Pero quién te has creído que eres, que puedes entrar en mi cabeza, como Pepito por su casa, sin que nadie te invite e incluso de madrugada? A ver si piensas que porque lleves una eñe española, con cierta categoría vas a tener carta blanca para hacer lo que quieras en mi fábrica de ideas…
-Chica, a mí qué me cuentas... que te hagan un trasplante de cabeza.
-¡Mala pécora, nefasta compañía! Como me toque la lotería, ya de paso… te llevo conmigo a Suiza y te ingreso en un banco, de cuenta corriente, para dejarte a plazo fijo y no vuelvo por ti en lo que me quede de vida.
-Eso sería fuga de capital, por lo menos, y estaría muy requetefeo. Además de ser muy cruel, por tu parte.
-Si vas a venir ahora con moralinas, me libro de ti por las buenas o por las malas… Así que más vale que te vayas.
-¿Me estás amenazando?
-Es una advertencia, veraniega, con deseo de que funcione y te destierre para siempre como protagonista principal de mi organismo variable. He dicho.
-Uno de estos días, si continúas sin saber valorarme, me esfumo sin despedirme siquiera… a otra cabeza más agradecida que la tuya y menos chicharrera… que me traes loca con tanto surrealismo y fantasía de ida y vuelta... pero loca, loca del todo.
-Mira… no creas que voy a ir detrás a buscarte. En cuanto quieras puedes marcharte. Eres libre cual pajarito de la naturaleza. Mañana va a cambiar el tiempo, bajarán las temperaturas, han dicho…pues aprovecha. Lo celebraré por todo lo alto… de mi cabeza.
Ángel C. T. ©
Es una muy mala compañera la migraña, la describes bien a la jodida. Y parece que se va, y no, vuelve con fuerza, con ganas, como para que enteres de que ahí sigue, en tu cabeza. Que bien lo haces amiga.
ResponderEliminarGracias, Manolo. A ver si así, dedicándole un relatito, me corresponde yéndose, por lo menos, de vacaciones. Un abrazo.
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