Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

22 jul 2015

POR AMOR

Por amor al arte
me estremezco
y compongo sílabas de versos,
soñados, 
a la luz de una vela naranja,
con matices
y dulzuras amargas
de bellos recuerdos.
O pinto garabatos
sin venir a cuento.
Emoción tras emoción…
me encuentro.

Por amor al aire,
rompo los minutos
de mis paseos,
para inhalar los momentos,
sin interferencias
ni intermediarios,
oxígeno puro y vivo.
Los pulmones
agradecidos por ello.

Por amor a mi hijo,
habito mi cuerpo todavía,
y respeto su libertad
y su tiempo
que es suyo, lo sé.
Me llena el corazón
cuando me dice, estoy bien,
mami, estoy bien.
Y no necesito nada más
que su dicha es la mía.

Por amor a mi hombre,
hago un hueco en mi vida
sólida como una roca
y acostumbrada
a que llueva adentro
sólo la esperanza,
para que pueda tener
los mimos que me reclama
y el descanso de su latido
junto al mío.
¡Cuánto me gusta que ría
que su felicidad me cale
el alma!

Por amor a mis amigos,
dejo marchar el rencor
y cuido de nuestros secretos
limpio y lustro
nuestro rincón
con honestidad y cariño.
Si en algo me necesitan
y siempre que pueda
una mano les echo.  

Por amor a la vida
que es el arte mayor
y mi alegría,
colmo de amor
cada una de mis células
día a día,
instante a instante.
No preciso descanso
para todo esto
pero comer y dormir, debo.

Ángel C. T. ©

Acuarela pintada con estas gafitas que Dios me ha dado.

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