Podíamos conversar durante horas, sin caer en el tedio ni el cansancio.
Flotábamos dentro de una burbuja y, fuera de ésta, no existía nada más.
Decías siempre que era "la más guapa, la más lista, la más buena..."
Me hacías reír, cada vez que lo decías, porque conocías bien mis inseguridades.
Me prometiste amor eterno; un amor más allá del espacio y del tiempo, cuidarme siempre, serme fiel, incluso decías estar dispuesto a renunciar a mí, si así yo fuera más feliz.
Bromeaba, cuando te declarabas, porque no quería tomar en serio tus palabras.
Me aseguraste, una y otra vez, que no podrías amar a otra, que yo era la mujer de tu vida.
Y siendo tan jóvenes, yo te repetía, que la vida es larga y que eso no sería así, pues conocerías a muchas mujeres después de mí.
Y sí lo fue… porque te fuiste.
Espérame... tengo muchas cosas que contarte.
Ángeles Córdoba Tordesillas
Una dedicatoria muy especial y entrañable, un abrazo
ResponderEliminarGracias, Celia.
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