En las últimas horas, he tenido la oportunidad de vivir una experiencia que, a nivel interno, me ha resultado de un impacto tremendo.
Todos los acontecimientos sucedidos; que no fueron de ninguna manera los esperados, me sirvieron para, una vez más, comprender que el sentido común, (algo que siempre he admirado en las personas que saben utilizarlo sabiamente, y a lo que tanto valor le doy, dentro de una sociedad que, desde mi punto de vista, carece de él, se mire por donde se mire) es fundamental para saber, por ejemplo, cuál es el lugar de cada uno, en cada momento.
También para interpretar de forma cabal, las “señales del destino” o para saber soltarse, fluir, confiar...como para darse cuenta de que la vida del otro no es la nuestra. Que no tenemos derecho a tomar decisiones por los demás, por muy estupendas que creamos que sean. Que no es oportuno cuestionar la relación que nuestro semejante tiene con su propio ser. Que la libertad del otro es algo a respetar, con todas las de la ley, por encima de nuestra necesidad de controlarlo todo y a todos. Que cada uno tiene su momento y su propio proceso de entendimiento y evolución.
Que la clave es confiar en sí mismo, más allá de lo que opinen los demás, especialmente cuando se trata de nuestra propia vida y nuestro propio tiempo, así como de nuestra salud, en el más amplio sentido de la palabra; algo muy valioso y necesario para seguir en este mundo funcionando con un cuerpo en las mejores condiciones. Incluso ante el estupor del otro, de otros o de la mayoría. Que no importa lo que opinen al respecto; si dicen, que digan, si critican, que critiquen, si insultan que insulten… Y que cuando uno sabe lo que tiene, lo que quiere, y, en especial, lo que siente, debe seguir su camino, porque el camino del otro no es el tuyo. Y quien crea que tiene la suficiente claridad como para saber lo que el otro necesita, más que él, quizá, estaría bien que se tomara un tiempo de auto-observación, estar quieto en sí mismo, y poder escuchar su voz interior. Tal vez lo que con tanta vehemencia piensa que necesita el otro, es lo que más necesita él.
Porque si uno permanece quieto en sí mismo, observándose y observando lo que sucede alrededor, se sorprende, descubriendo la gran incoherencia que tiene la conducta general del ser humano y, en particular, la de algunos de nosotros.
Estamos instalados en el miedo. Vivimos deprisa, aturullados, casi sin aliento (qué malo es vivir sin aliento… y paradójico, pues es lo que nos sostiene vivos, precisamente) escuchamos y obedecemos la voz de la dictadora y autoritaria mente e ignoramos la pequeña voz, susurrada de nuestro corazón. Y así nos va…
Como, por designio universal, estamos todos intrínsecamente conectados, (las redes sociales, no son más que una metáfora de la vida real –entiéndase, real vs virtual-por eso, de alguna manera, hemos tendido a crearlas; “materializarlas”. Lo que. “per se”, no se puede materializar, por otra parte, pues, como ya digo, pertenecen al espacio virtual), los “errores” de unos, son los “pecados” que otros han, hemos, de pagar. A menudo, con nuestra integridad física, moral y psicológica.
Vivir con CONCIENCIA (o consciencia, para los que no os relacionéis bien con este término) va siendo un imperativo en los tiempos que corren. Estamos viendo y aprendiendo, donde terminan aquellos que han vivido al margen de su conciencia. Las lamentables consecuencias que puede tener para un pueblo, un país, un continente o el mundo entero.
Porque, según mi experiencia vital, sí, estamos todos conectados. Y vivir instalados, permanentemente, en el miedo, que nos conduce a la necesidad de controlar, tanto nuestra vida, como la de los demás, en un afán del ego, por sentir que es alguien, (cuando, cada uno de nosotros, es un ser humano extraordinariamente único, luminoso y amoroso) nos lleva al caos. Y este caos, se repartirá entre todos, porque este mundo es un préstamo que se nos ha otorgado temporalmente, por gentileza de su Inventor y Creador universal.
Así que, esto es lo que quería decir hoy. Sé que puede disgustar a algunos y agradar a otros. Soy consciente de que no resultará tan divertido como otras cosas que escribo; sin más pretensión que la del entretenimiento. Pero es que mirad, cuando una siente que la parte más profunda de sí misma, quiere comunicar algo, no se cuestiona más. Ya bastante tiempo he dejado que el corazón grite y grite, sin escuchar qué era lo que necesitaba expresar. Por eso, es, prioritariamente, un mensaje para mí misma.
Vivir en la CONFIANZA es vivir en la tranquilidad, lejos de la neurosis mental, en la serenidad, que produce el mayor bienestar. El alimento que nutre el corazón.
Vivir con CONCIENCIA, es ser honesto contigo mismo y con los demás. Vivir sin practicar constantemente el autoengaño, (arte en el cual hemos llegado a ser verdaderos profesionales). Es vivir en conexión con este aliento que nos llega; como un regalo, a cada instante. Sabiendo que el otro, es lo mismo que tú; alguien que necesita amar y ser amado, que tiene derecho a la libertad, a vivir su vida, tal y como sienta que deba vivirla, al margen de tus, nuestros, prejuicios, juicios y doctrinas.
Vivir con CONFIANZA Y CONCIENCIA, en resumen, al menos, desde mi personal punto de vista, supone estar en contacto con lo que ERES, realmente; que es lo que SOMOS cada uno, ni más ni menos, en una maravillosa Realidad de realidades.
Un abrazo y gracias.
Ángeles Córdoba Tordesillas
Lo celebro muy sinceramente con la esperanza de que esa conciencia se extienda a tu alrededor más inmediato entre aquellos que más lo necesitan.
ResponderEliminarMis mejores deseos.
Yo espero que esa Conciencia se extienda mucho más allá sin excluir a nadie, y sin que nadie se excluya, Francisco. Todos estamos necesitados de ella.
EliminarGracias por tus buenos deseos, son recíprocos.
Cierto. No deseo ni planteo exclusión alguna, sólo soy consciente de alguna selección conocida.
EliminarSalud y paz.
Otro Abrazo... Y Gracias... Ángel de Dios.
ResponderEliminarA ti, Javier.
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