Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

15 may 2016

NO HACER NADA

No hacer nada es todo un arte.

Sé que está muy bien visto, socialmente, manifestar en conversaciones privadas o públicas, que no puedes estar sin hacer nada, ya que con esto transmites una idea a los demás de que eres una persona con inquietudes, cosa que parece resultar muy atractiva a las mentes ajenas.

Es curioso pero ha dejado de gustarme esta palabra: Inquietudes. Me revela un significado netamente inquietante, no es de extrañar, creo, prefiero sustituirla por quietud o quietudes. “Tengo quietudes... “. Sí, definitivamente me gusta mucho más Sobre todo si estas quietudes me llevan a saborear más y mejor las cosas que hago, pararme y tomar conciencia de ellas.

Yo he de confesar que sí sé estar sin hacer nada. Felizmente, soy capaz después de unos cuantos años en este mundo, de poder disfrutar de mi propia compañía, latido tras latido, aliento tras aliento, sin desempeñar ninguna actividad que no sea puramente vegetativa o automática.

Otra de las cosas que puedo agradecer al cáncer. Pues pasar por un tratamiento de quimioterapia durante tantos meses, varias horas cada vez, me ha demostrado que se puede estar sin hacer nada y con el mayor entusiasmo vital.

Paciencia, reflexión, aceptación, contemplación, empatía, comprensión, madurez, sencillez, agradecimiento, perdón, son algunas de las cosas que me ha regalado el cáncer.

La meditación, ese estado de no actividad aparente, ha sido un entrenamiento durante años en mi vida para practicar el no hacer nada. Y cada vez soy más consciente de cuánta necesidad tengo de seguir parándome a meditar, a dejar que todo se haga y no ser ningún obstáculo para ello, queriendo hacer, o creyendo que hago, algo por algo, por mí, o por alguien.

Hoy también quiero dedicarme un tiempo a no hacer nada. Se entienda esto como se entienda; que cada cual haga, o no haga, lo que elija hacer o no hacer.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©



4 comentarios:

  1. Yo he decidido ni hacer nada hoy y acompañarte en ese estado

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    1. ¡Pues dos vagos de tomo y lomo, Manolo! (me río de lo lindo)

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  2. Preciosa y muy certera reflexión, feliz miércoles hermanita.

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