Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

7 may 2016

UN GRACIOSO

Mi hijo siempre me ha parecido un genio.

Con tres años componía en pocos minutos puzzles para niños de doce, por muy increíble que parezca, y sin apenas mirar. Recuerdo que también hacia unos monigotes divertidísimos a los que bautizó con un nombre que me gustó. Le pregunté:

-¿Qué es esto, hijo?
-Es un “Gracioso”.

Consistían en una cabeza grandota, con visera, de la que salían directamente los brazos y las piernas largas e iban siempre en monopatín.

-Si que es gracioso, sí… -Le dije. -¡Pero no tiene cuello!
-No, mami, es que el cuello no sirve para nada.

Ya veis… Claro, lo que no sirve para patinar ¿para qué va a servir? ¡Para nada!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©




2 comentarios:

  1. Tu hijo era -y seguira siendo no lo dudo-, inteligente e de imaginación muy fértil.

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    1. Un chico estupendo, desde luego, y eso es para mí lo principal.
      Te agradezco el cumplido, Manolo.

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