Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

3 jul 2016

LA GENTE IMPERFECTA

Me gusta la gente imperfecta.
Porque lo imperfecto es lo natural.
Esa gente que se cae una y otra vez,
sobre el charco de sus lágrimas.
y se vuelve a levantar,
Que tropieza más de dos veces
con la misma piedra.
Que se daña.
Que se desangra.
Que se desalienta.
Que acepta sus defectos.
Que duda, que tiembla, que teme.
Que sabe que se equivoca y sabe rectificar.
Y me gusta, porque vive con el corazón
y no gobernada por su cabeza.
Es la gente que se implica,
en cada situación,
con la misma pasión que lo haría un niño.
Que admite que necesita
su dosis diaria de atención y de cariño.
Que quiere hacer las cosas bien
y termina haciéndolas de cualquier manera.
Que cuenta lo que ha de callar
y calla lo que debería contar.
Que no se cree ni buena ni mala, solo regular.
Me gusta la gente que sabe que tiene límites,
Que no se siente omnipotente.
Que no hace juicios de valor
ni mira por encima del hombro a los demás.
Que reconoce sus fallos y que es consciente
de que estos la definen
tanto o más que sus aciertos.
Esa gente que sabe que no es imprescindible,
que el mundo seguirá girando
cuando no esté.
Me gusta la gente imperfecta.
Como yo.
Y cuanto más imperfecta, más me gusta.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


6 comentarios:

  1. Me parece un poema sensacional, creo que a mi me pasa lo mismo.Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Celia ya ha descrito lo mismo que pienso, enhorabuena por tan magnífica reflexión. Un abrazo y feliz lunes.

    ResponderEliminar
  3. Es sensacional tu poema, a mi también me gusta la misma gente que a ti.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Manolo. Sí, creo que tenemos gustos parecidos.

      Eliminar