“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a
Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.
Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.
Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.
19 jul 2016
SOY EL TORNILLO SUELTO QUE PERDIÓ DRÁCULA
Lo que sucedió es que Hacienda le acribilló a impuestos, porque tenía un patrimonio sustancioso, y no lo pudo soportar.
Entre eso y que se enamoró de la Betty Boop, con sus veleidades, pues el hombre, normal, pasaba hambre de pasión carnal. Aunque cáustico con sus alumnos y compañeros, tenía también su corazoncito bombeando sangre... fría.
El caso es que, una noche de un caluroso verano, le dio por salir demasiado tapado a hacer footing. Se desplomó del sofoco por el esfuerzo realizado, pues no estaba acostumbrado, y por el estrés que llevaba arrastrando desde hacía tiempo, en el duro suelo de cemento, sobre tres hormigas trabajadoras nocturnas, las pobres, que hacían horas extras.
Ya veis, un mal menor que posiblemente se hubiera podido controlar con algo de medicación o unos cuantos Lacasitos; que no necesitan receta, terminó causándole un contratiempo por toda la eternidad. ¡Qué cruz!... (Ay perdón, se me ha escapado dicha expresión. No es muy respetuosa, viniendo de donde vengo, lo sé).
Total que se descuajeringó y, completamente desarmado, yo volé por los aires hasta la entrada de la bonita mansión de Bertín Osborne, en donde resido actualmente y desde cuya preciosa piscina, escribo esta historia autobricolájica.
Por cierto, disculpádme, es la hora del aperitivo. No tengo más remedió que dejaros.
Para terminar diré que a partir de aquél momento, terrible para él, a Drácula le da por morder cuellos. A mí, sin embargo, me va muy bien. Aquí me siento como en casa, en este balancín de jardín que me han colocado y cerca de una tuerca moderna que me tiene bebiendo los vientos. Tengo unas ganas de enroscármela que no os cuento…
¡Oye, un poco de respeto! ¡Será con mi consentimiento!
¡Ah, ¿estabas ahí, monada?!... ¡Por supuesto!
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Jajaja, qué bueno, con tú sentido del humor tan característico!! Un abrazo y feliz miércoles.
ResponderEliminarGracias, David,
EliminarMe alegra que te haya parecido divertido.
Me parto de risa; hacía ya algún tiempo que no leía estos relatos tuyos divertidísimos y surrealistas. Enroscate a tu tuerca en el jardín de Bertín (pega y todo).
ResponderEliminar...Y fueron felices hasta la "oxidación completa", Manolo.
EliminarGracias por leer los tornillos sueltos de esta nube y otras zarandajas.
Felicidades, veo que sigues igual de ingeniosa y que el humor lo manejas de maravilla. El blog va viento en popa, así que te vuelvo a felicitar por ello. Hace siglos que no entro, pero hoy quería saludarte. Buenas noches, Ángel.
ResponderEliminar¡Qué alegría, Arantza, verte por aquí!
Eliminar¡Muchísimas gracias por tu felicitación!
Me ha encantado encontrar un comentario tuyo y, también volver a tener la oportunidad de saludarte.
Ojalá vuelvas a entrar pronto.
Buenas noches.