Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

30 may 2015

GRACIAS, OTRA VEZ

Hoy, quise aterrizar con mi nube sobre estos campos y pasear entre las flores, para poder disfrutar de su belleza y del olor a tierra mojada, después de la fuerte tormenta que tuvo lugar por la tarde.

A veces, me gusta bajar de ella y contemplar de cerca el paisaje, los animales, a los niños felices… Soy afortunada por poder ir subida sobre su lomo, a cualquier parte adonde vaya mi pensamiento y adonde me lleve el corazón.

Más tarde, a última hora, he regresado para descansar una noche más en la seguridad y tranquilidad que me brinda, esta pequeña y revoltosa nube, alejada del bullicio, desde la que cada día puedo dirigirme a vosotros y enviaros mis mensajes y expresiones de afecto.

Gracias por estar ahí, siempre, cada vez que miro. Me siento enormemente feliz al veros. Sois la mejor compañía. Os deseo mucha salud y felicidad. 

Ángel C. T. 

Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.

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