Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

2 may 2015

DOS AVES

Hago lo que puedo, para no morir con tu ausencia,
corazón rodado, como canto bello y bello canto.
Andanzas de madrugada… sobre versos esclava.
Me vuelvo sutil y edulcorada.
Todo por ti, y lo sabes.
Espero alada,
a que aparezcas y me encuentres
perfumada de amor, sólo para tu delirio,
fiel esencia a mi esencia.

Ancla soy de tu embarcación,
en tus momentos quietos,
cuando en tierra firme quieres poner los pies,
alejado de la euforia y amistades compañeras.
Sé que me recuerdas, mientras…
Sé que me envías tus moléculas hechiceras
como un brebaje de pasión,
para que no extrañe tu presencia.
Ay, esta devoción femenina, 
sin respiración me deja.

En mis recorridos mentales te busco, sin tregua.
Gimiendo, voy y vengo, 
rogando a los dioses porque aparezcas, 
me arrebates y me lleves contigo,
al mundo de los sueños.
Donde ambos podemos desvanecernos, 
bajo el manto del silencio,
y felices flotar, sobre el cuerpo de Morfeo.
Abrazados para siempre y queriéndonos… 
¡Queriéndonos!
como dos aves inocentes, necesitadas de amor,
en ese nido que creas, cada noche, en tu lecho.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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