Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

11 ene 2016

LA LLUVIA

La lluvia.
¡La lluvia, por fin!
Entre las casas.
Lavando
la calles estrechas,
con anchas aceras.
Avenidas resbaladizas.
Prohibidos
tacones de aguja.
Agua en los portales.
Ríos bajando por las
alcantarillas.
Charcos de medio palmo
de altura.
Resplandor en el asfalto.
Balcones mirando.
Tarde de domingo.
Cerradas las tiendas.
Sólo la belleza
permanece abierta.
Coqueta, de fiesta
se viste
para su cita romántica.
Bajo las luces de las farolas
se fusionarán
dos siluetas.
Y el amor
seguirá entonando
su canción hermosa.
Esa vieja canción…
que todos escuchamos
en alguna edad.
Agua en los portales.
En los cristales
de los coches,
En las gafas
de los que observan.
Paseantes solitarios
soñadores, poetas,
salen a inspirarse.
Ya va anocheciendo,
la ciudad,
en un domingo de enero.
Y las mentes se limpian
de emociones.
Lluvia, llanto.
Llanto de todos.
Patrimonio
de la humanidad.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Fotografía de Olivia Malva. 

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