Y mientras dormía, esperanzada y enamorada,
lo custodiaba.
Le susurraba palabras de cariño, lo acunaba.
Velaba su sueño noche y día y, en silencio,
lo adoraba.
Para no perturbar su descanso, con la vista,
lo acariciaba.
Quería estar a su lado, cuando abriera sus ojos,
saludarlo, abrazarlo, homenajearlo...
Sin sospechar que nunca más despertaría.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Precioso poema y triste.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz jueves.
Hay amores que se duermen y otros que se despiertan.
EliminarSí, es triste pero algo que sucede alguna vez.