sólo les deseo FELICIDAD.
Un día, un año, diez o más,
pudimos caminar juntos,
compartir momentos inolvidables.
Con más o menos entendimiento.
Con mayor o menor unión.
Tal y como somos cada uno:
Especiales, irrepetibles, genuinos.
Y eso es, precisamente, lo maravilloso,
lo magnífico, de la amistad;
aceptar a cada uno como es
y disfrutar, siendo uno mismo.
Algunos hicieron por mí,
mucho más de lo que hice por ellos.
A otros, tuve la satisfacción
de poderlos ayudar.
A muchos, ni los ayudé ni me ayudaron
pero también compartimos buenos ratos.
Y a todos ellos, por igual,
los consideré MIS AMIGOS.
Porque por todos, en mayor o menor medida,
me he sentido querida
y, de cada uno, algo he aprendido.
Hubo quien fue tanto o más que un hermano,
casi mis propias manos,
en situaciones muy difíciles para mi.
Y reí con ellos y lloré con ellos.
Y celebré con muchos,
lo bueno que recibimos.
Sentí la tristeza de las despedidas.
Unas expresadas y otras no.
Dolor por las separaciones.
Unas las entendí y otras no.
Quizá faltaron explicaciones…
o quizá no.
Y finalmente comprendí que,
para no sufrir,
hay que conocer y amar,
las reglas de este juego que es "vivir".
Todo es temporal, hasta la propia vida.
No es saludable aferrarse a nada ni a nadie.
Hay que abrir las manos, tanto para acoger
como para soltar.
La libertad y la amistad no son incompatibles.
Pero el respeto se reparte por igual
entre ambas.
Cada uno decide, si debe marchar o quedarse.
Y siempre es así. Y así está bien.
Hoy quiero agradecerles el paso por la mía y su recuerdo.
Porque realmente significaron tanto…
Tanto… que sería imposible expresarlo
en unos pocos párrafos.
Vivos aún... o ya no,
a cada uno de ellos,
lo sigo llevando en mi corazón.
Porque los amigos que se fueron,
como los que permanecen conmigo,
siempre serán: MIS AMIGOS
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Me parece muy bonita la dedicatoria, un beso.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Celia!
Eliminar