-¿Qué dices?
-Que la piel de su rostro era suave como el viento
-¿Qué es eso?
-Una poesía que estoy componiendo...
-A ver si me dedicas a mí la próxima, que me mola.
-Dicen que en su cabello llevaba prendidas más mariposas que la primavera.
-¡Qué bárbaro! ¿Y cómo tantas?
-Déjame, Elvira, por favor, que no me concentro.
-No digo que sea feo lo que escribes, ni mucho menos, pero exagerado… un rato.
-Estoy inspirado. La metáfora es así.
-Madre mía, cuando te agarra la inspiración por el aire, te lleva sin AVE, con largo recorrido a la aventura y casi sin posibilidad de retorno a la cordura.
-Si no me dejas terminar ésta, no podré empezar la tuya y te la iba a escribir romántica, por eso de que eres como una esposa para mí.
-¡Pero si lo soy! Y tendrías que dedicarme todos los poemas de la inspiración de esta semana o la de hoy, por lo menos.
-Ya, ésa era mi intención, cariño, pero volviendo del trabajo, se me ha cruzado una morena que me ha quitado el hipo y no se me va de la cabeza… y la inspiración poética ha entrado a raudales en mi organismo oficial de viernes tarde. Como necesito relajarme por culpa del estrés, no he tenido más remedio que fluir... Seguro que lo comprendes, tú…que, de ordinario, eres tan atenta y comprensiva.
-¡Virgen del Perpetuo Socorro, socorro!
-La siguiente, sin excusa ni dilación, será para ti. Eso como que me llamo Jaimito Nicolás.
-¡Pero si te llamas Ignacio… por favor, querido!
-Eso quería decir... Pero me cuesta estar improvisando y a la vez pronunciar mi nombre... Recuerda que soy hombre.
-Como para no recordarlo... Y yo pensaba que enamorado, para más señas, de mí. Pero veo que palique de versos tienes para parar un tren y un trolebús, a la primera que pasa por delante y sin presentación alguna.
-Calla un momento, por favor, que pierdo el hilo. Dicen que sus labios desnudos visten de seda aquellos que besar se dejan.
-Será de todos esos capullos, para tanta mariposa...
-Dicen que sus manos son cálidas y juguetonas...
-Lo que faltaba... También las manos. Y tendrás inspiración para el cuerpo entero, verás...
-Y dicen, todos dicen, pero yo quiero hacer con ella y no decir ya más... y regar con estos versos, de placer, su más íntimo secreto.
-¡Vamos… que lo que hay que aguantar!... Me parece que hoy, tú y tus maravillosos versos generosos, vais a pasar la tarde sin mí, sólo con esa inspiración sutil.
-Pues ya la he terminado y, ahora, la recito de un tirón:
-¡Ya está, lo has conseguido! Me voy a pasar el fin de semana a la UVI, por síndrome de estupefacción marital.
Ángel Córdoba Tordesillas. ©
Has estado genial, un beso.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Celia!
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