Cándida criatura, ignorada, que ingenua
alza su vuelo único en la expresión que resalta.
Necesita admiración, emoción y cobijo.
Ser sentida, acogida, apreciada.
Busca por todas partes, sin mirar a nadie,
un lugar para exhibirse, expresarse.
Un oído atento, un ojo quieto, un tiempo…
En definitiva, un corazón que lata con plenitud.
Que se expanda.
Sólo se sostiene con el vínculo eterno del instante.
Hilo mágico de la inspiración fértil.
Tal vez una huelga de artistas sería conveniente,
para apreciar más sus obras.
Pero como dije una vez:
“El artista se muere sin el arte”.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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