de todo lo que pueda dañarte, vida mía.
Allí no se desatarán tormentas ni surgirán terremotos.
No habrá fieras salvajes corriendo para devorarte.
Si el dolor acecha, te resguardaré con mi propio dolor.
Y si llega el miedo, preguntando por ti,
encontrará la puerta cerrada a cal y canto.
Nunca dejaré pasar la soberbia, la envidia,
la avaricia, ni el rencor.
No son buenos ni alegres compañeros de juego.
Y tú solamente mereces lo mejor.
Permanecerás ajeno a los males de la tierra.
Y el cielo velará tu sueño, con sus estrellas.
En mi corazón te meceré entre latidos de amor.
En el tuyo, cuidaré de ti por siempre…
Ahora descansa, mi niño,
que hoy el día abrirá tus ojos a la felicidad.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
(A mi hijo)
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