Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

9 nov 2017

LOS GENIOS TAMBIÉN VIAJAN EN BUS

No le gustaba el diseño interior de los autobuses que circulaban dentro de la capital donde residía, por su incomodidad, fundamentalmente. En un trayecto largo y en hora punta, mientras viajaba en uno de ellos, hasta arriba de pasajeros, por afición artesanal y para aprovechar el tiempo, llevando encima siempre el aparejo preciso, comenzó a desmontar todos los barrotes, los asientos, y resto de la estructura, completamente y con esmero.

-Echaos a un lado -pedía a la gente- que enseguida termino y dejo esto la mar de bonito.

Las personas se apretujaron, unas contra otras, más allá de lo acostumbrado a diario, porque Tiziano- que así se llamaba el espontáneo-les inspiraba cierta confianza.

Algunos se resistían al cambio-pero pocos- y murmuraban “¿pero qué está haciendo este tío loco?”.

-De loco nada, señores, soy un artista urbano con criterio y buen gusto y, a partir de ahora, vamos a viajar todos mucho más a gusto. Y tened en cuenta que estoy currando gratis para vosotros.

“Perdón” se disculpó la mayoría que había dudado del individuo en su sano juicio o eso parecía.

-Cuando veáis el resultado opináis u os apeáis, al gusto. -Terminó de decir.

El resultado fue espectacular. El vehículo quedó transformado, por arte de birlibirloque, en un fórmula uno pero colectivo y público. Es decir espacioso y cómodo por dentro, como el salón de una casa, a la par que veloz cual rayo de tormenta veraniega.

Como homenaje de "agradecimiento" al trabajo realizado y no remunerado, la empresa de transporte le ha hecho un monumento en la Plaza del frenopático; allí donde pidieron que ingresaran de urgencia a Tiziano, a las afueras de la capital, hasta donde no llegaban buses de esos, por si acaso.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

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