Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

13 nov 2017

PROYECTO SERIO

-Dionisio… Mira, vengo a hablar contigo de un tema muy serio que puede que te incumba, porque será un éxito sin precedentes y toda la humanidad se beneficiará de ello. Es el siguiente. Te lo diré al oído que los ojos escuchan en silencio. Y ahora, una vez habiéndote comunicado dicho invento, debes saber que necesito apoyo, confianza, sociedad conjunta y mucha pasta. 
-Filomena, sé que te ha estado dando mucho el sol en la cabeza el verano pasado, porque no te gusta llevar gorra ni pamela, y que te la has golpeado un montón de veces, por pasear con tus propias piernas, por Madrid, sin casco, porque tampoco te gusta llevarlo, ¿pero de verdad crees que merece la pena sacar ese proyecto adelante por la vía cartesiana y financiera?
-Por supuesto. Confía en mí. 
-No sé qué decirte… Yo no soy un portento en los negocios, más bien desastroso, pese a tener cincuenta empresas funcionando óptimamente. 
-Lo sé. Por eso creo que serías idóneo para hacerlo. A no ser que no tengas voluntad para ello. 
-No, por supuesto, no se trata de eso. 
-Ah, pensaba que tal vez… 
-Por otra parte… Si necesitas inversores puede que yo no te sirva tampoco, puesto que estoy financiando siete mil proyectos de otros y a la vez.
-Con éste sería siete mil uno… tú verás. 
-Ya son muchos. Tal vez si me lo hubieras propuesto hace quince minutos… Pero, lástima, hace diez que he cerrado el último trato. 
-Vaya… Comprendo. Gracias por escucharme, Dionisio. Te llamaré más adelante, desde mi móvil con funda de oro, no dorada, subida a mi auto de lujo desde alguna isla del Pacífico habitada solamente por millonetis. Agur.
-Envíame un wasap cariñoso.
-Ejem. Claro, claro, en cuanto tenga tiempo. Pero creo que estaré muy ocupada poniendo en marcha mi proyecto. 

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

Nota de la autora: 
Mi querida Filomena sabe bien que una persona puede sentirse totalmente satisfecha sin necesidad de fundas de oro para el móvil ni viajar a islas del Pacífico, pero que es difícil vivir sin sentido del humor. 


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