-Dionisio… Mira, vengo a hablar contigo de un tema muy serio que puede que te incumba, porque será un éxito sin precedentes y toda la humanidad se beneficiará de ello. Es el siguiente. Te lo diré al oído que los ojos escuchan en silencio. Y ahora, una vez habiéndote comunicado dicho invento, debes saber que necesito apoyo, confianza, sociedad conjunta y mucha pasta.
-Filomena, sé que te ha estado dando mucho el sol en la cabeza el verano pasado, porque no te gusta llevar gorra ni pamela, y que te la has golpeado un montón de veces, por pasear con tus propias piernas, por Madrid, sin casco, porque tampoco te gusta llevarlo, ¿pero de verdad crees que merece la pena sacar ese proyecto adelante por la vía cartesiana y financiera?
-Por supuesto. Confía en mí.
-No sé qué decirte… Yo no soy un portento en los negocios, más bien desastroso, pese a tener cincuenta empresas funcionando óptimamente.
-Lo sé. Por eso creo que serías idóneo para hacerlo. A no ser que no tengas voluntad para ello.
-No, por supuesto, no se trata de eso.
-Ah, pensaba que tal vez…
-Por otra parte… Si necesitas inversores puede que yo no te sirva tampoco, puesto que estoy financiando siete mil proyectos de otros y a la vez.
-Con éste sería siete mil uno… tú verás.
-Ya son muchos. Tal vez si me lo hubieras propuesto hace quince minutos… Pero, lástima, hace diez que he cerrado el último trato.
-Vaya… Comprendo. Gracias por escucharme, Dionisio. Te llamaré más adelante, desde mi móvil con funda de oro, no dorada, subida a mi auto de lujo desde alguna isla del Pacífico habitada solamente por millonetis. Agur.
-Envíame un wasap cariñoso.
-Ejem. Claro, claro, en cuanto tenga tiempo. Pero creo que estaré muy ocupada poniendo en marcha mi proyecto.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Nota de la autora:
Mi querida Filomena sabe bien que una persona puede sentirse totalmente satisfecha sin necesidad de fundas de oro para el móvil ni viajar a islas del Pacífico, pero que es difícil vivir sin sentido del humor.
Tu querida Filomena lo sabe muy bien y yo también.
ResponderEliminarSois gente inteligente, Manolo, sin duda.
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