Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

7 nov 2017

QUERIENDO QUERER

Querer mucho, no significa querer bien.
Querer al otro, como el otro necesita que le quieran, es un ejercicio de paciencia y humildad.
Supone en primer lugar respetarle como individuo, independientemente de la proximidad y confianza que tengamos con él y de si existen, o no, lazos consanguíneos. Esto implica aceptarle como es, sin pretender cambiarle.
No debemos dar nada por supuesto ni esperar que sea una copia de nosotros; pensando y comportándose como lo haríamos en su lugar.
Cada persona tiene sus propias razones, para actuar como actúa y tomar las decisiones que toma, y es improcedente etiquetarlas como acertadas o equivocadas; forma parte de su proceso de toma de conciencia como ser humano y es únicamente responsabilidad suya, no nuestra.
La valoración y el aprecio hacia él, como individuo, es básico y detenerse a conocerle, sin prejuicios, ayuda a consolidar verdaderos lazos afectivos.
Y es importante recordar que amar no da derecho a exigir amor ni a que nos amen del mismo modo. Solamente manifestamos toda la grandeza de nuestro corazón, cuando nos sentimos libres para hacerlo.
Tal vez no nos damos cuenta de que aprender a querer a los demás, nos ayuda a superar aquellos retos que nos hacen mejores personas.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©

2 comentarios:

  1. Lo más importante es saber querer sin condiciones de ningún tipo...

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    1. Para ello tenemos una vida entera, Unknown.
      Gracias por tu comentario. Saludos.

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