Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

15 nov 2017

PISO QUE NO PISO, NO ES PISO

Un caramelo preso de lengua y dientes en boca humana, jugaba a atragantar al sujeto entretenido entre la impaciencia y la menta.
-Dichoso tú, Anselmo, que tienes el gusto siempre a punto de caramelo y no tiemblas ni por miedo.
-Rita, no me importaría que te apellidaras Hayworth.
-Sabes que me apellido La Cantaora y que no me gusta que con mi apellido hagas bromas.

“Deposite los objetos metálicos a la entrada. Gracias”.

-Qué banco tan bien educado. No me gustan las restricciones, sin embargo.
-Suelta el caramelo en la papelera más cercana que nos toca el turno siguiente.
-Pero si no lleva metal el dulce de leche.
-¿Pero no era mentolado por los extremos?
-Sí, por la otra punta, era de menta no de metal, pero por ésta, de leche dulce y viceversa. Por cierto, ahora caigo en la cuenta de que me he dejado los bigotes en casa.
-Olvida los bigotes y reza que nos toca el turno.
-¿Los siguientes son ustedes?
-Esos mismos y de cuerpo presente.
-Necesitamos piso en propiedad privada. Para público, el parque del barrio… pero el banco que yace allí no nos da crédito.
-Bueno, pues si quieren hipoteca, hablaremos de intereses, es mi tema preferido. Habrá que ponerles anestesia local o total, elijan ustedes.
-A pagar en treinta años, si es posible.
-¡¿Pero qué dicen?!... ¿Cuántos tienen?...
-Ochenta y pico. Entre los dos casi ciento setenta, pero a mí todavía me gusta pintarme las uñas y leer.
-Comprenda que con nuestras pensiones otra cosa no podemos hacer, si queremos comer.
-Hummm… ¿Recuerdan dónde está la puerta, verdad?... No olviden retirar los objetos metálicos que hayan depositado.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Rita y Anselmo, tomándose la vida con calma y en casa de alquiler. 

2 comentarios:

  1. Pobres Rita y Anselmo. Son muy mayores y no pueden hipotecar su vida. Delicioso Ángeles.

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    1. Así es, Manolo. Pero les hace ilusión, después de una vida juntos, vivir en piso de propiedad.
      Muchas gracias por seguir mi nube, amigo.

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