Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

19 nov 2014

DOS CALLES

Dos calles se miran en silencio. Cuentan tristes las horas y se lamentan. Por ellas no pasa nadie desde hace tiempo... Sólo el tiempo.

No encuentran el sentido a sus vidas, sin niños que las correteen, arriba y abajo. Sin perros que meen en sus esquinas, ni gatos maullando por los tejados, ni tenderos que pongan puestos para la venta, ni olor a hornos de leña.

Son dos calles olvidadas de algún pueblo abandonado de España. Donde no hay abuelos con bastones sentados a las puertas de sus casas, a la hora de la siesta, que te indiquen como llegar hasta algún pueblo aledaño -con su mejor intención- para que luego te pierdas… Ni mujeres tendiendo la ropa en los balcones.

Por donde el olor a higos o algarrobas se pierde en el aire… Y nadie puede degustar tan maravillosos frutos. Las moras se marchitan y se secan en las matas sin que ningún incauto se pringue las manos, al arrancarlas.

No es la letra de una canción de cantautor, solamente es un relato recordatorio para concienciarnos de que, cosas tan hermosas como éstas, no deberían quedarse en el pasado. Excepto lo de las mujeres tendiendo, bien podrían hacer lo mismo los hombres. Las calles no tendrían ningún problema por ello. 

¡Vamos a ocupar los pueblos que hemos dejado sin nadie! No creemos una depresión a unas calles tan sentimentales…

La vida somos nosotros… Dos calles lo saben.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Cuadro pintado con estas gafitas que Dios me ha dado.

6 comentarios:

  1. Fátima Reyes García19 de noviembre de 2014, 23:35

    No te digo más...no me ha quedao otra que compartirlo en mi muro...;)

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    1. ¡Qué buena noticia, Fátima!... Compartir estas dos calles tan nostálgicas... Gracias, amiga. Hay tanta riqueza en el contacto con los pueblos, con la naturaleza... como en tu corazón.

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  2. Dos calles se funden en un sentimiento. Chagall y Kandinsky se evocan con pinceladas de emoción. Y mi corazón se empapa de ese texto que pinta la agonía de un mundo rural con las grandes dificultades para sobrevivir que me constan y he podido sufrir y presenciar.
    Dos obras que se conjugan armónicamente, texto y pintura. La emoción no puede evitarse, es parte de ti, Ángel.

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    1. Emoción la que siento ahora al leer estas líneas, con todo ese cariño que desbordan. Chagall y Kandinsky... casi nada...Muchas gracias, Francisco. Un abrazo.
      Vivir en un pueblo, verdaderamente es tan reconfortante como tener amigos como tú. Al fin y al cabo, como sentirse en casa.

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  3. Precisamente mañana vamos a un pueblo igualito que el que has descrito. Muy bien y con gran acierto. Un pueblo considerado dentro de los 10 más pequeños de España, con cuatro empadronados.
    Así que como ves, sé bien de lo que escribes y cómo se sienten esas solitarias calles una enfrente de la otra, mirándose aburridas.
    Un besito, guapa.

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    1. Pues disfruta de ese pueblo y dale mucho cariño, que tú lo tienes en abundancia. Esas calles te mirarán a los ojos, emocionadas, y sabrán agradecértelo, Arantza... No dejes de transmitirles mi respeto y afecto. Gracias por tu comentario. Ya me contarás.

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