Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

21 nov 2014

MIS GAFITAS Y YO

Vemos, vemos... ¿Qué vemos?

Una vecina se ha "liado" con un vecino, y cuando me cruzo con ella en el ascensor, porque va de la casa del amante a la suya, hago como que no sé de dónde viene. Ella sabe que lo sé y sabe que yo sé que ella sabe que lo sé.

Y este vecino con quien está "enrollada", además, tiene una tórrida aventura con la señorita que limpia la escalera. Él sabe que yo lo sé, y sabe que yo sé que él sabe que lo sé, pero me hago la desentendida de maravilla. Especialmente, cuando le veo salir o entrar, del portal, con su mujer de la mano.

Y, por otro lado, el marido de ella, de mi vecina, me "tira los tejos". Y lo gracioso es que me he dado cuenta de que también se los tira a la señorita que limpia la escalera... ¡Qué coincidencia tan divertida! Yo lo sé, pero él no sabe que lo sé. Y yo sé que él no lo sabe, y lo sé, porque me sigue "tirando los tejos" cada vez que se presenta la oportunidad.

Como a mí no me interesa en absoluto verme envuelta en este tipo de relaciones absurdas -ni saber o no saber- y ni siquiera me resulta atractivo el señor, pese a que es muy joven, rubio de ojos claros, etc. al igual que mi vecina; su mujer. Pues, saludo, con mucha educación, a todos y allá se las compongan porque la vida de mis vecinos no es la mía… Yo lo sé, ellos saben que lo sé y saben que yo sé que ellos saben que lo sé... ¿Y qué sé yo cuales son las bases sobre las que se asienta una relación entre dos o los acuerdos preestablecidos?

Eso sí, cada vez que veo a esa niña, tan morenita, que me sonríe al pasar, hija de este matrimonio tan rubio y tan "ojiclaros", que no aparta esos grandes ojazos oscuros de mí, se me "cae la baba"… ¡porque mira que es preciosa la niña!

(¡Huy, me siento un poco como Susanita la de Mafalda…!)

Nota:
En mi edifico nadie utiliza ya gas butano. Creo que se puede inferir, fácilmente, pero por si acaso...

Ángeles Córdoba Tordesillas © 

17 comentarios:

  1. Me encanta... Así que mientras me entero si mi vecina de al lado sabe que yo sé que me tira los tejos (cosa que resulta extraña, porque no vive nadie al lado), me voy con otro de mi calle que me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer a un tipo que un día fue feliz... Al menos eso cree Juanito. Beso enorme.

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    1. Ejém, ejém... Querido vecino del otro lado del Charco... Sé que no sabes que yo sé que esa vecina, de la cual niegas la existencia, está colada por tus huesos y que antes de tirarte los tejos a ti, hizo lo propio con ese que dices que te han dicho que un día fue feliz... Y lo fue porque, precisamente, supo agarrar a tiempo uno de esos tejos que le tiró tu vecina la invisible, que no indivisible... Ojo. ¡Un abrazo así de grande!

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  2. Fátima Reyes Garcia21 de noviembre de 2014, 21:01

    Historias de una escalera...ay nena, lo que dan de sí las comunidades de vecinos,por mucho que sepamos,al final...sólo sabemos que no sabemos nada...
    Pero tú sabes cómo nadie,contar una historia sin querer...;)

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    1. Sí, así es, querida amiga... Las comunidades de vecinos dan de sí lo que no se puede imaginar nadie. En especial, cuando son de ficción como ésta.... que ha dado tanto de sí como un jersey de lana que se coloca mojado... En este caso, lo puedo imaginar porque, aunque creo que nadie lo sabe, sé que ha salido de mi comunitaria imaginación. Gracias. Un abrazo.

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    2. Fátima Reyes García22 de noviembre de 2014, 1:09

      Prodigiosa imaginación... Muakiss!

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    3. Sé que sabes que hay imaginación en esta historia pero también sé que sabes que puede no ser todo imaginado. Lo dejo a tu libre imaginación... sé que me entenderás... ¿o no?
      Gracias, Fátima.

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  3. No sé si sabes que yo sé que me lo paso estupendamente con tus locos relatos... Muy bueno este trajín erótico festivo.

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    1. No sabía que no sabías que yo sé que te gustan los locos relatos que relato... Lo que sí sé es que tú sabes que me encanta que entres a leerlos y comentarlos. Pero no sé porqué. ¿Y tú lo sabes?... Gracias, Francisco.

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  4. Yo no sé si tú ya sabes que yo sé lo que tú ya sabes, jajaja...y es que me divierto tanto con tu prodigiosa imaginación y la facilidad que tienes para transmitir tu mundo interior, ese que creas, sin pies ni cabeza, pero a la vez real como la vida misma...

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    1. Ahora sé que sabes lo que me traigo entre manos... guantes, sin pies ni cabeza, sólo con dedos, con lo que tecleo, casi sin cesar, estas historias "reales" como la vida misma, que sé que te divierten, amiga. Para ti son.
      Un fuerte abrazo. Gracias.

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  5. Yo diría que ya sabes lo que yo pienso que tu sabes, pero aun sabiéndolo, o sea, lo que sabes que yo se, es de una gran sapiencia saber que lo sabemos, que lo se yo, que se que tu lo sabes, que lo sabes tu, que sabes que yo lo se.
    Oye, menudo vecindario, cómo se aman de tiernamente todos, cuernos aparte. Ojo con ese que te echa los tejos, a ver que aviesas intenciones tiene.
    Me lo paso genial leyendo tus escritos Ángel. Eres un cielo-tierra muy encantador.

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    1. Así es Manolo. Es mejor que hagan el amor que no la guerra.
      Muchas gracias por seguir el rastro de mi nube por cielo, tierra, mar y aire.

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  6. ¡¡ Como siempre genial, me he divertido con esa comunidad tan "activa" que tienes !!. ( imaginaria o no).
    Y aunque ya nadie en ese edificio utilice gas butano.... alguna cañería rota quizás ha habido, con la consiguiente necesidad de avisar al fontanero de turno, hombre moreno de ojos oscuros.
    Por cierto, los marcos de las puertas deben estar llenitos de muescas de tanto cuerno suelto.
    Besitos.

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    1. Y yo me he divertido leyendo estos comentarios tuyos, Arantza. Compruebo con entusiasmo que has seguido atentamente la trama del relato.
      Lo del fontanero no lo tengo muy claro... debe ser por eso de que tiene la tez y los ojos oscuros, no sé. Debo estar más atenta... nunca lo he visto pasar con su maletín y sus herramientas y ese tipazo que tiene a lo Marlon Brando... Ya os tendré informados... o no, según lo considere. Hay cosas que es mejor que permanezcan en la intimidad, de las puertas y sus marcos dañados, hacia dentro. Por cierto... ¿Tú porqué sabes que tiene los ojos oscuros?...A ver si la vamos a tener ahora...

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    2. Jajajaja, ¡¡ Chica lista!!....
      Ummmmmm...¿A ver si me has cazado? ¿Quién sabe si algún día, así sin que me vieras, me he pasado de visita por tu comunidad?.
      Todo podría ser....

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    3. No te pases más... sin mi permiso, jajaja. Gracias, Arantza. Un abrazo.

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