Por accidente inevitable salieron, Elle y Lui, de sus
respectivos coches - prensados, hechos puré prácticamente-, como dos energúmenos.
No llegaron al puño y letra porque eran, hasta cierto punto, civilizados; cromosoma XY e XX, pero de haber sido XY e XY, seguro que aún estarían
liados-y eso que esto sucederá en el futuro- y hasta habrían salido en las noticias…
Después de algunos gritos e improperios, responsabilizándose
el uno al otro y viceversa de la colisión automovilística, entraron en un
estado de estupor y sudor; podía influir el calendario en eso, pues era finales
de junio del dos mil veintiuno, y se sentían agobiados, al borde de una lipotimia
o un colapso callejero, o que sus hormonas debido al choque brutal, por no
llevar el cinturón de castidad puesto, salieran despedidas y decidieran lanzarse
señales químicas a través del aire.
En un momento en que dejaron de gritarse y se hizo el
silencio sobre el asfalto, pasó un ángel, como suele decirse, para armonizar, y les envió un
mensaje subliminal, como si del mejor publicista se tratara:
-Llegad a un acuerdo, llegad a un acuerdoooo, que si no va a
ser peor para los dos.
El ángel se dio media vuelta y vislumbró a unos pocos metros
a Cupido lanzando una de sus flechitas…
-Tío, espera a que termine yo ¿no?... Estoy haciendo mi
trabajo. Luego entras tú.
-Perdona, hombre. Yo sólo quería, aprovechando la magia
envolvente de esa atmósfera que has creado, reforzar ese sentimiento… ¡Yo soy
un mandado! A mí me dicen que pacá y pacá o que pallá y pallá. ¿Quién te ha
enviado a ti?
-¡Agüita, pues estos están predestinados…! A mí la diosa
folklore, ¿la conoces?... la de los famosos…
-Me suena. Aunque no sé si tengo muy buenas referencias de
ella… ¿Pero no trabajabas antes para la diosa Diana, la de la caza?
-Sí, sí, pero me llamaron de los mundillos de la tele para
darme un puesto de cupido-reportero y accedí.
-¿Sabes que han ascendido a Campanilla, a reina de las
hadas?
-¿Qué me dices?... Y a dedo, seguro…
-Por ahí va la cosa… Mucho trasiego de dedo… ahora algunos
van en autostop, de un lado para otro... del piso de abajo al piso de arriba…
ya me entiendes.
-¡Qué vergüenza! Pues yo estoy sin vacaciones este año.
-Pues a mí aún no me han ingresado lo correspondiente a la
nómina de septiembre… y La horas extras hace una eternidad y pico que no nos
las pagan.
-Increíble… ¡Cómo está el panorama musical!
-Venga pues remátalos y nos vamos de cañas. Que están ahí, esperando,
a punto de caramelo… Mírales que caritas de tontos tienen… Ya casi se aman. Qué
ternura… ¡y lo poco que dura esto tan bueno, coño!
-Muy poco… apenas un chispazo y luego, zas, desaparece…
Porque uno ama su trabajo que si no…
-Se ponen requeteguapos, es un gusto verlos… Les brillan los
ojos y todo.
-Sí, les hacen chiribitas, y a ambos les parece bien
cualquier cosa del otro. Se vuelven medio lelos. No ven más que las virtudes. Y
luego… adiós magia.
-Tú empresa debería dar al menos garantía por un año a
partir de la fecha de adquisición del sentimiento.
-Ufff, eso sería la ruina. Es producto perecedero. No hemos
conseguido inventar el amor infinito. Estamos en ello pero… lleva su tiempo.
En medio de aquél discurso dialogado de Cupido y del ángel
de la paz, sobre el amor fugaz, los recién captados empiezan a inquietarse:
-Bueno, perdonen… nosotros nos vamos a ir yendo… y si eso,
les dejamos ahí con su charlita… Siempre y cuando les parezca bien. Como nos
estamos enamorando, compréndanlo, nos cuesta enterarnos de lo que pasa
alrededor de nosotros. Estamos, como flotando dentro de una burbuja de amor y
se nos está empañando con tanto rollo prosaico. No captamos un carajo. -Interrumpió
el accidentado varón.
-No, tranquilos, si ya estamos terminando. Es que nos
conocemos de tiempo, ¿saben? Sólo estábamos "colegueando" un poco… Los que nos
vamos somos nosotros y les dejamos ahí, con su amor verdadero y los dos coches
hechos polvo. Deben ahora llamar al seguro y todo el rollo ese. A esto no nos
quedamos ya. Ahí se las apañen. Nos vamos de bares.
-Pues gracias y feliz jornada.-Les despidió Elle, la parte femenina de la colisión, pues su educación había salido indemne del accidente.
-Igualmente, majos. Y perdonad los síntomas de enajenación
mental transitoria y los efectos secundarios… que vendrán después.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
|
Acuarelita rápida, hecha con estas gafitas que Dios me ha dado.
|
¡Ayyy...! También hay obsolescencia programada en los sentimientos... ¡Qué panorama! Y la garantía sólo cubre hasta el día antes. Claro que eso no es nada frente a los problemas laborales de las olímpicas entidades celestiales... ¡¡Cómo está el patio!!
ResponderEliminarPues sí, figúrate Francisco, cómo está el patio... ¡Cómo para patinar sobre él! Son las cosas de la vida, son las cosas del querer, que diría la canción.
EliminarGracias por tu comprensión acerca de los problemas laborales de esos seres angelicales. Como verás, hay algunos males que cien años dura... y llega hasta las alturas.
Jijjiji...ay Ángel,la historia me chifla,y en cierto modo hasta me identifico con el ángel,por eso de la nómina que no llega...¡mecachis!
ResponderEliminarVaya... yo creí que era el ángel el que se identificaba contigo... ¿Lo habré escrito bien?... Olvidé mencionarte, Fátima. Me alegro que te chifle. Y espero que te llegue lo que legalmente te corresponde. Un abrazo.
Eliminar