Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

2 nov 2014

EL KAMIKAZE

Tenía vocación de obispo pero algo salió mal en el parto y se hizo kamikaze.
Iba a trabajar todos los días, pero no necesitaba fichar. Tenía pagas extras de multas y vacaciones dos veces al año que no se tomaba… -Eso es devoción al trabajo, sí señor-.
Hace un tiempo abrió una escuela de “kamikazismo”, y comenzó a hacer un negocio bárbaro. Todo un éxito. No sabía que iba a convertirse de la noche a la mañana en empresario. Pero el destino es así… caprichoso.
No obstante, echaba de menos esas horas conduciendo en dirección contraria al resto.
Temió que esto le llevara a una depresión, de algún río, y tomó una drástica decisión. Sí, era persona de decisiones rápidas e impulsivas… especialmente en las situaciones en las que se requería tranquilidad y sensatez. Una joya de hojalata, vaya.
Así que dejó la escuela y se subió de nuevo a su funesto auto, sin demasiadas expectativas, por si acaso…
Se sintió lleno de satisfacción cuando vio que todos sus alumnos iban ahora en su misma dirección. Puede que ya no fuera tan excitante ir a lo bestia por la M-30 pero oye, era entrañable ver cómo todos aquellos pupilos le seguían…
Me estoy conteniendo la emoción… Lo siento, no puedo continuar.
Espero que lo entendáis… Os podría pasar a vosotros…¡en dirección contraria, claro!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


6 comentarios:

  1. Fátima Reyes García2 de noviembre de 2014, 21:07

    Quizás no tanto como un kamikace...pero es verdad que a mí por ejemplo me "motivaba" nadar contra corriente,desde muy chica.

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    1. ¡¡¡¿Cómo?... ¿y no te han detenido nunca?!!!
      Y te motiva, y te motiva todavía... confiésalo, "nadadora".

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    2. Fátima Reyes García3 de noviembre de 2014, 0:43

      Jijjijiji

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  2. Cuando la transgresión se institucionaliza y masifica, se convierte en la nueva norma. ¿Se iría a Inglaterra el kamikaze para conducir por la izquierda?
    Como de costumbre, envuelves en papel de sonrisas, regalos muy serios. Felicidades, Ángel.

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  3. Alabo tu perspicacia, Francisco. Siempre llegas a certeras conclusiones. Nunca te quedas en lo superficial, ni siquiera en lo que, aparentemente, pueda parecerlo. Gracias por ello, una vez más.
    Creo que sigue por aquí... Por si acaso, estate atento.

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