Y únicamente el vacío te consuela.
Extraña dicha, en la desdicha.
Llena de siempres en el recuerdo.
Y sin embargo, hueca de fe,
otra vez, la madrugada,
rota y cristalina de lágrimas.
Y quién sabe si será la última
o ella volverá a creer que
“el amor es la fuerza más poderosa
que mueve el universo”.
Como le decía él.
Volviendo a nacer,
para morir de nuevo.
El que amó y volvió a amar,
sabe bien de lo que hablo.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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