Una entrada para cielo.
El olor del almizcle con la mirra.
Miradas cómplices
jugando en las esquinas.
El trote del caballo.
El viento vespertino.
La luz de la mañana.
Las gotas del rocío.
Y en un cóctel divino,
los horas compartidas,
con sabor a pasión,
y como guinda, la alegría.
¿Será así el amor
cuando se unen dos mitades?
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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