Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

25 nov 2016

PEQUEÑA POESÍA

Una poesía sin título asoma la nariz al fondo, tras la cortina del olvido. Se cree menos que las demás. Ni siquiera se atreve a respirar…

Hasta que un poema reconocido de poeta muerto, ya célebre, le invita a pasar.

-Entre señorita, a este momento actual, sin ningún temor ni reparo, está usted en su casa.
-Es que no soy digna de ello. Sólo soy una poesiíta sencilla, sin ilustre dueño.
-Mire, todos empezamos igual y luego, poco a poco, nos van leyendo y logramos destacar. Cada uno por algo en especial. Se lo dice alguien que tiene más edad. Todo es cuestión de tiempo, ya verá. Algún día, usted también, podría ser recitada desde los labios de un niño, adolescente, incluso de un adulto culto. ¿Y quién sabe si en público, en un teatro, quizá?

Y la poesía entonces, sonriente, se llenó de confianza en sí misma y se quedó a vivir en el presente.

Fin poético.

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


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