Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

8 abr 2016

HABLAR EN SUEÑOS

-Si es que casi no me entero, de verdad que no me entero. He cortado ya los patrones a la moda de revista de oriente. Estoy bien, de momento, a ver si cuando me entere estoy mejor… Es que no me veo, querido, no me veo, vistiendo ese traje de flores con pendientes de amatista, ¿qué quieres que te diga? Prefiero sentirme chica lista y desnudarme con salero.
-¡Despierta ya, Olegario!, que tienes unos sueños que me quitan el ídem, si me dejo. Y prefiero no hacerme preguntas… ni hacértelas, por si me respondes.
-Mujer… para tanto no será la cosa. El caso es despertarme para que no siga durmiendo. Tan feliz que estaba yo soñando mis sueños, oye. ¡Ya no tiene uno derecho ni a soñar dormido!

Ángeles Córdoba Tordesillas ©



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