-¡Despierta ya, Olegario!, que tienes unos sueños que me quitan el ídem, si me dejo. Y prefiero no hacerme preguntas… ni hacértelas, por si me respondes.
-Mujer… para tanto no será la cosa. El caso es despertarme para que no siga durmiendo. Tan feliz que estaba yo soñando mis sueños, oye. ¡Ya no tiene uno derecho ni a soñar dormido!
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
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