Desde mi nube y con gafitas

“Érase una vez un Ángel que del Cielo quiso bajar a la Tierra para experimentar lo que era ser humano. Adoptó la forma de mujer. Sólo bajó con lo puesto… unas preciosas gafitas que Dios le había regalado y una nube pequeña, desde donde miraba cada día todo lo que sucedía entre el Cielo y la Tierra. Sólo a través de esas gafitas podía ver nítidamente el mundo y a las personas que vivían en él. Sin ellas se sentía desorientada, perdida, pues todo se volvía invisible e incluso ella misma, ya que ni siquiera podía percibir su propio cuerpo. Esta historia está contada por ese ángel que, a través de la narración de sus peculiares observaciones, intenta representar el mundo que ve.”

Un día agarré mi media nube y mis gafitas (esas que Dios me ha dado) y fui a vivir a un lugar indeterminado entre la metáfora y el surrealismo. Desde entonces, estoy pagando la hipoteca con poemas, cuentos, relatos, novelas, dibujos, pinturas, fotografías… ¡canela fina! y otras especias.

Poco a poco o mucho a mucho, dependiendo del día, estado de ánimo y condiciones atmosféricas, suministraré género del bueno, fabricado a mano, con amor, humor y pasión.

Porque te quiero. Porque todo lo que hago es pensando en ti y con el corazón… de la única forma que sé vivir. Y estoy en ello, dispuesta a seguir haciéndolo con muchas ganas, para que tú lo puedas disfrutar. Ojalá sea así.

8 abr 2016

LA JUVENTUD

¿Qué es la juventud?
Ese tesoro divino que el tiempo nos va robando...

Ángeles Córdoba Tordesillas ©


Leonardo Da VInci

4 comentarios:

  1. La juventud reside en el alma, el espíritu, y no en la edad biológica.Besos y abrazos hermanita.

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    1. Sí,estoy de acuerdo contigo. El alma no tiene edad. Un beso, David.

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  2. Ya, asi es la vida, por fuera eso pasa.Lo importante yo creo es no envejecer por dentro que es lo mas importante. Ademas se refleja hacia fuera.Un beso chatita

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    1. Ese interior que permanezca joven siempre, se pueda o no apreciar desde fuera. La juventud que el tiempo se lleva es sólo apariencia.
      Gracias, Celia.

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