Su voz me produce una paz inmensa.
Experimento la cálida y familiar dulzura
del maternal seno
de la naturaleza.
Cuando la mente deja de gritar, autoritaria,
imponiendo sus mandatos y deberes,
todo se para, por fin, en un infinito instante.
Me encuentro frente a frente con la calma
que me da respuestas sin preguntas previas.
Me gustan los monólogos del silencio.
Y que nada ni nadie los interrumpa.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Bella fotografía, en tonalidades frías, de Carlos de Sancho. |
Belo bela! me gustas tu!
ResponderEliminarObrigada, Eduardo, por compartir las entradas de esta nube. A mi también me gustas tú.
EliminarEl silencio es muchas veces una gran compañía
ResponderEliminarPara mí, casi siempre, la mejor.
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