"-Pues hija, como para haberte casado tú con Pinocho…
-Pero si era un muñeco de madera de pino, cuñada".
Y Mirella, día que salía a la calle, día que volvía con la cara, el cuello y los brazos hinchados de tanto rascarse.
"Vaya un prurito insoportable que traigo… Yo no sé cómo hacer para evitar estos rascamientos incesantes. Empiezo por la cara y sigo con el resto del cuerpo".
Terminó por no salir de casa y decidió hacer la compra por Internet. Pero hasta Google le producía, en muchos momentos, un comezón irrefrenable y se veía obligada a cerrar sesión para aliviar el persistente malestar.
Hagamos un esfuerzo todos, aunque sea por Mirella, inocente ella, para que esa incontinencia de falacias humana que sufrimos, vaya encontrando freno a la medida, directamente proporcional, de cada embuste. Seamos conscientes de que existen antihistamínicos para casi todo, menos para aliviar los efectos nocivos de la mentira odiosa.
Mirella indispueta por picor casi permanente y exacerbado. |
Pobre Mireia. Continuamente rasca que te rasca.
ResponderEliminarSí, pobre...
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