que no tenía una sonrisa cada mañana,
al despertarme.
Era tan pobre
que creía que el cielo no me pertenecía,
ni el campo, ni los caminos…
Y era tan pobre, tan pobre, que creía que lo era.
Ángeles Córdoba Tordesillas ©
Fotografía hecha con estas gafitas que Dios me ha dado. |
Hay una pobreza del espíritu, pero no es tu caso
ResponderEliminarÉsa es, sin duda, la mayor de las pobrezas, Jesús. Gracias, yo también creo que no es tu caso.
EliminarEso era antes. Ahora eres riquisima en sabiduría, en sensibilidad, en emoción, en cariño, en ...... Generosidad.
ResponderEliminarMuchas gracias, Manolo. Y también en amigos cariñosos.
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